Ballet masculino, lo que hay detrás

¿Bailar ballet siendo hombre le hace perder la masculinidad? O como otros dicen, ¿lo hace homosexual? Es una pregunta que requiere una respuesta tan profunda como para devolvernos a los inicios históricos del ballet, incluso ¿sabías que hoy nos hacemos esta pregunta porque la hemos aprendido? No es ni verdadera ni falsa, simplemente es real, ¿por qué? Porque nos habla sobre el mundo en el que hoy vivimos, lo cual no quiere decir que esté afirmando que hacer una aseveración así sea cierta, pero lo que sí es cierto es el estereotipo creado para el bailarín de ballet: un hombre que se ha afeminado… Aunque ya hablaremos de estos estereotipos sociales más adelante.

 

Ahora, tal vez te preguntes sobre por qué decidí escribir acerca del ballet masculino hoy, y sobre todo en un mes tan cargado hacia la protección de los derechos de las mujeres como es marzo. Este mes inició fuertemente el 8 con la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, y para todos aquellos que no son latinos o están en España, hoy 19 de marzo puede parecerles un día más en el calendario, pero no lo es, porque en países como Colombia se celebra el Día del Hombre y en España, el Día del Padre, ambas con el trasfondo religioso de la celebración del Día de San José.
Así que si este es un mes en el que hablamos de equidad de género, también me parece importante equilibrar la balanza y hablar de este tema del que poco se conversa: el rol del bailarín de ballet.

1661: una fecha clave

El ballet nació en Italia durante la época del Renacimiento, pero es en realidad, en el siglo XVI en Francia que aparece como profesión y se identifica como tal, casi 80 años después. Fue en 1661 que por orden del rey Luis XIV se crea la primera escuela de danza basada en la formación en el control total y absoluto del cuerpo: la Academie Royale de Danse (Academia Nacional de Danzas). Su primer director y gran maestro fue Pierre Beauchamp, y es junto a él que se establecen las bases de este nuevo arte, y si bien, era un arte que tenía la función de entretener a la nobleza, con la creación de la escuela en París adquiere el rango de profesión, para la que ahora se necesitan años de entrenamiento y estudio en ella para adquirir todo el conocimiento y codificación del baile, y al final, poder ejercerla.

 

Al adquirir el status de profesión, no solo se institucionalizó el ballet, también excluyó a las mujeres de poder ejecutarla, pues las profesiones eran destinadas exclusivamente a los hombres. Con esto, los hombres tuvieron que escenificar ambos roles: el de la mujer y el del hombre; pero limitados ya que los trajes, zapatos, máscaras, pelucas y otros accesorios excesivos de la época reducían la versatilidad de los bailarines en las coreografías. ¿Quién iba a pensar que el ballet, en sus inicios, fue un baile exclusivamente masculino?

 

Es por esto que la concepción que pone en contraposición el ballet y la masculinidad es aprendida y se acomoda a la cultura del momento, a los estereotipos sociales que se aceptan y bajo los que se vive y se crece.

El Romanticismo no fue tan “romántico” para los hombres

Con la llegada del Romanticismo el símbolo de masculinidad representado por su elegancia y virtuosismo, y que gustaba en los tiempos de Luis XIV dejó de gustar, gracias a la entrada de una nueva clase social de la que ya les hablaré. Este nuevo periodo también trajo otros fuertes cambios en las bailarinas de ballet, que volvieron a aparecer en escena para 1681 con Triom- phe de l’Amour y su primera bailarina profesional, Mlle. de La Fontaine.

 

Se buscaba un arte más sencillo y menos recargado y por eso se quitaron todos los accesorios como máscaras y pelucas y se acortó el vestido, buscando apreciar mejor el movimiento de las piernas, y tendiendo a ir por movimientos más amplios y espectaculares. Se crearon 2 escuelas: la francesa y la italiana; la primera, era más refinada y sutil, mientras la segunda estaba enfocada en la rapidez, exactitud y fuerza expresiva. Pero, uno de los cambios que más acentuó la visión de menosprecio hacia el hombre fue la aparición del baile en puntas, de por si, antes ya se bailaba con los pies un poco elevados, pero con el romanticismo esto se amplió al punto de parecer flotando sobre el escenario y bailar literalmente sobre la punta de los pies; esto estilizó a las bailarinas haciéndolas parecer seres mágicos, llevando a otro nivel la apreciación de la mujer, y escenificando las historias que gustaban en ese momento: de hadas, seres místicos, fantasmas, y otros. Aquí fue cuando la mujer impresionó y se olvidó la majestuosidad de sus hombres de la época pasada.

 

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Hablemos de productividad y estereotipos sociales

Con la Revolución Industrial llega un nuevo actor a la esfera social y económica: la burguesía, ¿no les recuerda un poco a las clases del colegio? A mi si. Repasando las clases de historia recordamos que esa burguesía era representada por la figura del hombre cuya característica fundamental era la productividad, pero ¿qué tiene que ver esto con el rol del hombre en el ballet? La verdad mucho, porque es gracias a esta nueva clase social que el ballet deja de ser un arte exclusivo para príncipes, reinas, reyes y aristocracia, y pasa de producirse para la realeza de Francia o Gran Bretaña, a convertirse en el entretenimiento y negocio de la burguesía. Ellos impusieron sus gustos y se convirtieron en los patrocinadores de grandes teatros como la Ópera de París y el teatro de la Reina de Londres, a través de donaciones y financiaciones cuantiosas.

 

Pero la llegada de esta nueva clase social también acentuó el papel de la bailarina, desde su imagen etérea (sublime), delicada y pálida, convirtiéndola en un ser idealizado e inaccesible, y trayendo como consecuencia un menosprecio aún mayor por la presencia de hombres en este arte, considerándolos no acordes para esta nueva etapa artística, y relegándolos a la tarea de portadores de fuerza, como instrumento para que su pareja luciera.

Rusia cierra un poco la brecha

Aunque la escena francesa mostraba una cosa, los bailarines en Rusia, Dinamarca, Italia y España tenían una posición de prestigio, sobre todo en Rusia, allí nunca desaparecieron de la escena ni perdieron su fuerza, pero la ideología francesa de que el bailarín es la tercera pierna de la bailarina se popularizó en otras partes del mundo y fue permeando varios escenarios. Los gustos personales e intereses de la burguesía han llegando a que hoy, incluso cuestionemos a los bailarines sobre su orientación sexual y otras formas de violencia.

 

Cuando se es hombre y se practica ballet se puede estar expuesto a 4 formas diferentes de violencia, movidas por los estereotipos sociales:

 

  • Recriminación
  • Reprobación
  • Deshonra
  • Prohibición de su práctica

 

Según Seidler (2009), los hombres están obligados a reafirmar su identidad constantemente mediante el autocontrol, la resistencia a la revelación de su naturaleza animal y la expresión de la fuerza, entendida como virtud únicamente masculina. No deben exteriorizar sus sentimientos, emociones ni deseos y, al mismo tiempo, han de controlar las tentaciones fruto de ese instinto animal. Así, cualquier mínimo espasmo de sentimentalismo o intimismo será considerado femenino y catalogado automáticamente como una amenaza directa a su identidad. Será ocultado y rechazado con gestos típicamente masculinos de oposición. Su identidad como hombre, como ser superior en la estructura familiar sexista, es lo que está en juego. La negación y ocultación de las vulnerabilidades será en ocasiones fuente de legitimación de la violencia y ésta, a su vez, un desahogo de la carga viril que recae sobre ellos.

 

Al inculcarse al hombre la idea de que expresar sus sentimientos o mostrar su vulnerabilidad es dejar de ser un hombre, o por lo menos de parecerlo, es por lo que con la llegada del ballet romántico son las mujeres las que empiezan a protagonizar estos espectáculos, ¿por qué? ¡Simple! Porque para esta época las obras estaban inspiradas en los dramas humanos del amor y el desamor, y al tratarse directamente de un sentimiento que mueve a las emociones, ya de por si, dejaba excluído a todo hombre pegado a los estereotipos sociales, porque claro “estos dramas” eran propios de las mujeres. Los hombres tenían que negar que esto también sucedía en sus vidas, aún siendo parte de la naturaleza humana (no masculina, ni femenina) y todo si no querían que su honra o legitimación como hombres estuviera en juego. Lo más irónico de esto es que es una creencia que venimos arrastrando desde el siglo XIX.

La base del ballet es la base de la nobleza

En los ballets algunos roles requieren de ciertas formas de actuar con algún tipo de amaneramiento, que eran típicos de los nobles, quienes eran también los bailarines en los espectáculos de la realeza europea. Estos amaneramientos eran formas clásicas de actuar en las clases pudientes de esa época, y fueron la base del ballet, ya que eran rasgos que representaban superioridad y grandiosidad, y como bien dije antes, este tipo de entretenimiento era exclusivo para ellos. Hoy la cultura ha cambiado y eso dejó de ser bien visto y se pasó al lado femenino, así que lo que en una época fue visto como símbolo de nobleza hoy es muestra de rechazo, esto solo deja ver la desinformación cultural que nos hace crearnos “realidades” que no son ciertas.

 

¿Quieres aprender la base del ballet y experimentar los beneficios que trae practicarla? Toma esta serie de clases que te enseñarán las bases desde 0 y luego toma esta rutina para que entrenes y practiques ballet como una forma de mantenerte saludable, sin importar qué edad tengas. Deja afuera los estereotipos sociales y ¡disfrútala!

 

 

 

Por otro lado, está el hecho de que hemos sido creados como seres únicos, entonces, ¿por qué tenemos que reducir la masculinidad a un único modo de ser y actuar; y más, siendo un “modo” que hemos heredado sin pensar demasiado sobre él? A menos de que nos veamos directamente afectados no nos cuestionarnos sobre todas esas bases culturales con las que hemos aprendido a actuar, que nos han enseñado desde pequeños y que hemos repetido, como si un chip en nuestro cerebro estuviera con esa información en constante loop. Más grave aún es que la pasamos de una generación a otra de forma automática, repitiendo y repitiendo sin pensar si es lo correcto. Hemos transmitido los estereotipos sociales.